ACME OBSCURA
Las palabras se quedan 
flotando.  
29.03.25. Entrevista a Borja Rodríguez


Sofía Tudela: El día de tu sesión, Iluminar las palabras, pudimos ver una serie de películas propias y ajenas seleccionadas por ti que, a su vez, relacionabas con fragmentos de unos libros que leíste al comienzo de la sesión. ¿Qué podrías decirme de la decisión de no dejar para ti estos fragmentos y compartirlos?

Borja Rodríguez: Con esta sesión, Iluminar las palabras, la intención fue compartir una serie de trabajos, propios y de otros cineastas como Kurt Krenn (34/76 TSCHIBO) y Peter Todd (For You, A Glass of Water), junto a algunos de los pensamientos que me acompañaron durante la formalización del proyecto y la preparación de este programa específico. 

Quería que la sesión fuese algo parecido a poner encima de una mesa la forma en la que el proyecto se iba pensando a sí mismo. Para ello, era vital citar parte de un libro de Andrés Sáchez Rovayna, un ensayo que te acerca a la presencia de los vasos de agua, su simbología y su potencialidad dentro de la tradición pictórica y poética, Variaciones sobre el vaso de agua (Galaxia Gutenberg, 2015). Cuando leí ese libro, pensé: ¿cómo se filma un vaso de agua?. Estuve un tiempo dándole vueltas a la posibilidad de realizar una película de un vaso de agua. Nunca la hice. Pasó un tiempo y encontré que Peter Todd, años antes, ya había realizado una película titulada Un vaso de agua (2019). Cuando la descubrí pensé que no hacía falta que yo hiciera esta película.

Creo que en la sesión salió a relucir mi lado más pedagógico al generar un contexto que sirviera de vía de entrada antes de empezar la película. Para mi, una proyección puede abarcar muchas cosas y no sólo un conjunto de películas. 




S.T: La potencia visual de los escritos que nos compartiste habilitó que se transformaran rápidamente en imágenes. De hecho, en tu trabajo se puede observar un interés por esa fina línea entre la imagen y la palabra y cómo pueden llegar a confundirse. ¿Dónde sitúas esa relación entre ambos lenguajes y cómo tratas de acercarte a ellos desde tu trabajo?

B.R: Cuando empecé a interesarme por el cine experimental y/o de vanguardia, una de las cosas que más me atrajeron era ese rechazo por los elementos fílmicos procedentes de lo literario y/o narrativo. 

Curiosamente, mi posición respecto a estos elementos cambió en el momento en que empecé a hacer películas. Me dí cuenta de que había en mí un gran interés por trabajar esa fina línea entre lo visual y lo narrativo. Pensaba mucho en cómo convertir la palabra en imagen y viceversa, de tal forma que ninguna de las dos fuera totalmente para ver o totalmente para leer. Me interesa mucho la idea de cómo deslocalizar ambos elementos del cine.

En este sentido, Bologna 24 de Junio es una película en la que se presenta un espacio cinematográfico -la presencia de una pantalla al aire libre en una plaza- que no se muestra visualmente sino a través de la escucha de una voz. Esta voz, a medida que narra, nos abre a la posibilidad de imaginar todo lo que allí ocurre. 


S.T: Una película sustituta es una película escrita que narra una serie de escenas de una gran potencia visual. No es necesario ninguna fotografía que las acompañe. De hecho, nos demuestra las múltiples posibilidades de “mostrar” una película sin la necesidad de sucumbir al uso de las imágenes. ¿Es ésto algo que te interesa explorar?

B.R: Últimamente, creo que la pregunta que guía mi quehacer estético es pensar en cómo puedo convertir en una película elementos que en apariencia se alejan de su propia lógica de funcionamiento. Estos elementos podrían ser: un texto sobre una película relacionada con una escultura de Richard Serra, una pieza sonora sobre una pantalla de cine italiana, etc. ¿cómo los puedo trasladar al contexto de la sala oscura? ¿cómo puedo provocar una experiencia que funcione específicamente para la sala de cine? 

Para mi es importante hacerme estas preguntas por el hecho de que esa relación espacial, temporal y aurática que mantenemos con la sala de cine cuando vamos a ver una película está cada vez más en riesgo. Si bien la cantidad de películas que se hacen no ha decrecido, si lo ha hecho nuestra interacción con este espacio. 

Pero volviendo a Una película sustituta, ésta surgió gracias a una película que yo quería rodar en el Museo Reina Sofía de Madrid, lugar en el que se encuentra una reproducción que hizo a posteriori Richard Serra de aquella escultura, que como menciono en Una película sustituta, se perdió realmente, tal y como lo ha novelizado Juan Tallón en Obra Maestra (Anagrama, 2022).

Puesto que, por diversos motivos, no pude recoger imágenes dentro del museo, empecé a pensar en cómo darle vida a esas imágenes. Al final, fue a través de palabras que iba proyectando mediante distintas diapositivas. Quizás, el hecho de que hubiera una fuerte relación con la escritura, es lo que me llevó a materializar la película de este modo. 




S.T: En este caso, no escribes imaginando una página si no una pantalla, con la limitación que conlleva pasar las diapositivas. El dispositivo moldea la forma de escritura y de lectura.

B.R: Pensando en la duración de las diapositivas, me parece interesante el hecho de que el tiempo de lectura sea el mismo para todas, de tal forma que en las más descriptivas te da tiempo a leerlo todo mientras que en otras las palabras se quedan flotando. Al final permite otras formas de lectura y por tanto de reposo de las cosas. Para mí, la mayor inspiración para este trabajo ha sido La celosía (1972) de Isidoro Valcárcel Medina, sobre la que estoy escribiendo para mi tesis doctoral.


S.T: Durante la proyección pudimos ver tus películas junto a las de otros cineastas, ¿cómo surgió la idea de mostrarlas en conjunto?

B.R: Cuando Álvaro Feldman me invitó a participar dentro de la programación del festival con PocketBookFilms, lo primero que imaginé fue proyectar Un vaso de agua de Peter Todd.

Hay algo mágico en descubrir películas que ya han explorado caminos en los que te encuentras. Uno se libera de no tener que explorarlos. Para mi era importante que el proyecto se entendiera como una experiencia cinematográfica que existe en una multiplicidad de cineastas y no sólo en mi trabajo.  




S.T: También, parte de tu universo se ve reflejado en esa lección, creo que en vez de acotarlo o dispersarlo, lo expande aún más.

B.R: Creo que es importante entender que todo tu universo se contamina permanentemente, perteneciendo también a otros. En mi caso, al venir del ámbito de la academia, me parece artificial hasta cierto punto presentar un trabajo, película, etc. como si su autoría fuera exclusivamente propia. Esto me ha influido a la hora de presentar PocketBookFilms, ya que lo que traté de hacer fue compartir todo ese universo del que formaba parte tanto lo propio como lo ajeno. 


S.T: El día de tu sesión se pudieron ver varias piezas en distintos formatos: una sonora, dos proyecciones de diapositiva y una película en Super 8. Todas ellas ampliaban las diferentes formas en que podemos capturar nuestro alrededor. ¿Cuál fue tu interés por trabajar con estos diferentes dispositivos?

B.R: Empezando por PBF #01 Madrid, ésta surgió como una invitación pública a todas aquellas personas que quisieran pasarse por el Parque del Retiro con uno de sus libros de bolsillo para ser retratadas con ellos. Por aquel entonces pensaba que el formato idóneo para realizar esta película era el Super 8. Me parece que es un formato que te permite retratar a las personas desde una cercanía más ligera y parecida a la vida cotidiana. 

Para la película en torno a Richard Serra decidí usar diapositivas para ayudarme con el tiempo de lectura. Si bien era la primera vez que trabajaba con este formato, me pareció el más idóneo para explorar la relación entre la imagen y la escritura. 

También usé diapositivas para la película PBF #02 Milano, pero aquí la metodología fue más larga y el camino para llegar hasta ella también. Originalmente, las imágenes que se veían en esa proyección de diapositivas eran fotogramas de una película rodada en Super 8, con la misma premisa que PBF #01 Madrid. Pero cuando revelé la peli y la vi, sentí que tenía que dejarla a un lado. Más tarde pensé que podría ser interesante partir de una selección de fotogramas del carrete y ver cómo podían funcionar en una proyección. Pensé que ver una imagen fija detrás de otra, era algo parecido al estar frente a las hojas de un libro.

Otra cosa que me interesa del proyector de diapositivas es que permite desplazarte entre el movimiento y la quietud. Es precisamente ese espacio negro que vemos al pasar las diapositivas el mismo que la velocidad de la proyección cinematográfica esconde. Ese espacio, además, es producido por el ser humano -al pasar con sus manos las diapositivas- y no por el dispositivo. Igual que la lectura: eres tú quien pasa las hojas del libro. 

En cuanto a la pieza sonora, ésta surgió de un texto que escribí cuando viví en Italia. Lo que hice fue pasar un tiempo determinado delante de una pantalla de cine que se encontraba al aire libre, en la Plaza Mayor de Bolonia. Lo escribí de principio a fin durante el tiempo que me encontraba allí sentado, con la pantalla monumental delante de mí. Después de que permaneciera durante un año como texto, pensé, en cómo podía convertirlo en una película. Primero hice una prueba leyendo yo mismo, pero acabé contactando con Andrea Van Eyck, la artista que da voz al texto. Esta pieza es un ejercicio de escucha sobre el propio cine ya que solo se escucha una voz describiendo lo que sucede alrededor de una pantalla de cine.
 



S.T: Durante la sesión vimos una serie de películas que en este caso fueron proyectadas por ti, al igual que las diapositivas. Podrías contarme un poco más sobre la decisión de ser tú quien las proyectase.

B.R: La intención de ser yo quien proyectara las películas surgió a partir de varias conversaciones que mantuve con Álvaro Feldman. Ambos compartimos la idea de llevar al espacio público -en este caso, la sala de cine- las películas que suelo mostrar en un contexto más reducido e íntimo. 

Otra cosa que teníamos clara es que no queríamos ocultar los proyectores, al contrario, queríamos darle su espacio: poder verlos mientras empezaba y terminaba la sesión, al entenderlos como elementos indispensables para que ésta aconteciera. La idea de mostrarlos se vió también influida por la necesidad de recuperar lo que otros cineastas ya hacían en los comienzos del cine: acompañar a las películas, siendo ellos mismo quienes las proyectaban.

Considero que el hecho de estar junto a tus películas mientras se proyectan es una forma de atención hacia las mismas; de dar la cara por ellas y sostenerlas emocionalmente durante su duración.




S.T: Estas piezas fueron creadas dentro de tu proyecto PocketBookFilms. Podrías contarme un poco más sobre él.

B.R: El proyecto PocketBookFilms empieza a materializarse en febrero-marzo de 2024 con la intención de ver cómo podía relacionar la imagen y la palabra. Lo primero que hice fue escoger un fotograma de una película que ya había hecho y convertirlo en varias postales que luego enviaría a distintos destinatarios. Quería explorar la relación que surgía entre la película y el papel en tanto que soporte, pero también como lenguaje. Es decir, tratar de encontrar lógicas y formas donde las imágenes ocupen el lugar de las palabras y viceversa. Que la experiencia de la lectura se convierta en ver una película y viceversa, la de ver película en una lectura. Atendiendo, en ambas ocasiones, a las especificidades de las experiencias y lenguajes originales. 

En cuanto al nombre, PocketBookFilms hace referencia a la película entendida también como un libro de bolsillo. Lo veo como un juego en el que lo fílmico se aleja de su propia concepción en tanto que pantalla de luz y de sombras para devenir otra cosa. 



 S.T: ¿Cómo surgió tu participación dentro de la programación del festival de Esquejes?

B.R: Tengo mucho que agradecer a Álvaro Feldman por invitarme a participar en el Festival Esquejes. En mi opinión, para las personas que actualmente no concurrimos el circuito ya institucionalizado, este tipo de oportunidades son un motor para que realmente nos enfrentemos a nuestro trabajo. En muchas ocasiones, éstas funcionan como soporte de unas prácticas que suelen ser muy frágiles en términos de producción, respaldo económico, visibilidad…  

Para mí ha sido como un momento de evaluación desde el que ver lo que tienes y puedes hacer. Yo creo que este tipo de iniciativas que surgen en otros lugares de exhibición son fundamentales, ya que muchas veces es necesario ese motor que te diga: tenemos este espacio para que tú participes.