ACME OBSCURA
Encontrar las conexiones  
con la tierra. 
03.04.25. Entrevista a John de Courcy


Sofía Tudela: ¿Qué vino antes, la música o la imagen?

John de Courcy: La música, siempre la música. 


S.T: ¿Cómo empezaste con la música?

J.d.C: A los cuatro años mi madre me apuntó a clases de piano. Estuve estudiando piano clásico durante unos once años, hasta que empecé a tocar la guitarra. En ese momento, a los catorce años, empecé a tocar en grupos de heavy metal y a componer mi propia música. Fue a partir de ahí que empecé a interesarme por diferentes tipos de música como softer music, less metal… Luego volví a estudiar piano a los veintiún años mientras continuaba tocando la guitarra. Creo que fue entonces cuando empecé a componer la música que más se acerca a lo que estoy haciendo ahora. Así que, sí, ha sido un largo camino.




S.T: En el caso del cine, ¿cómo fue el acercamiento?

J.d.C: Mis padres eran artistas y en concreto, mi padre era fotógrafo, por lo que nos enseñó cómo usar la cámara desde que sus hijos éramos pequeños. He utilizado una cámara toda mi vida, pero cuando empecé sólo realizaba fotografías fijas. Nunca grabé imágenes en movimiento hasta que me fui a vivir a Francia y conocí a un cineasta que rodaba en película de 16 milímetros con una cámara Bolex. Me enseñó a utilizarla y me demostró que todavía es posible utilizar estas cámaras para rodar películas.

Después de vivir en Francia, me trasladé a Toronto y encontré una Bolex en una tienda de empeños. La compré y empecé a hacer películas con ella.


S.T: En tu trabajo podemos ver la importancia de relacionar ambos lenguajes -música e imagen- como si fueran indisociables el uno del otro. ¿Podrías contarme un poco sobre tu interés por explorar ambos lenguajes de manera conjunta?

J.d.C: Creo que tanto la música como las imágenes son un lenguaje universal. Las personas que pueden ver y oír pueden experimentar ambas cosas. Es cierto que ambos lenguajes tienen cualidades distintas que funcionan por sí solas, pero también pueden llegar a tener un gran potencial cuando se unen. Para mi es como cuando preparas una sopa o una comida y combinas los ingredientes para formar algo cuya suma es más grande que las partes. Lo importante de combinar, en este caso la música y la imagen, es que crea algo más poderoso para la gente de hoy en día.  Aunque admito que la tarea es compleja al vivir en una cultura tan visual que hay poca gente que escuche música no acompañada de imágenes. Piensa en un videoclip, un musical... 

Sin embargo, antes de la fotografía y el cine, sólo existían la pintura y los conciertos en vivo como las óperas o las sinfonías. A veces, trato de imaginar cuando la gente solía ir a estos conciertos y sentarse allí con la principal intención de escuchar y atender a lo que estaba sonando. Actualmente, esa atención se desvía a través de los teléfonos e Internet por lo que es más complejo captar nuestra atención sólo a través de música. Creo que por eso, el acompañarla de imágenes, si bien no es más fácil, la vuelve más poderosa.




S.T: Pasaste varios años trabajando como técnico en el Niagara Custom Lab, uno de los últimos laboratorios de cine de Canadá. ¿Puedes contarme un poco sobre tu experiencia de trabajo allí? ¿Crees que expandió tu visión de la imagen cinematográfica?

J.d.C: Mientras trabajaba en el laboratorio, aprendí mucho sobre el proceso de creación de las películas. Antes de trabajar en el laboratorio, sabía muy poco por lo que durante el tiempo que trabajé allí, pude poner en práctica todo lo que iba aprendiendo. Era como un patio de recreo. Fue de los pocos trabajos en los disfrutaba ir a trabajar.

Realmente lo disfruté porque estaba comprometida con el trabajo. Hacía algo que me satisfacía personalmente y con lo que me ganaba la vida. Estoy muy agradecido por el tiempo que pasé trabajando en el laboratorio.




S.T: ¿Cuántos años fueron?

J.d.C:
Cuatro años. Empecé como técnico del departamento de escaneado, digitalizando películas. Después de seis meses, dos de los técnicos decidieron marcharse y me preguntaron si quería ser el técnico de las máquinas de procesado.

De hecho, fue en el laboratorio donde conocí a Álvaro Feldman durante su estancia en Toronto. Él vino al laboratorio para conseguir algunos químicos que necesitaba para el proyecto que estaba realizando en el Lift (Liaison of Independent Filmmakers of Toronto). A partir de ahí, empezamos a vernos con más frecuencia, quedando en contacto durante estos dos últimos años.




S.T: Tus películas son una ventana abierta no solo a lo que te rodea -tus amigos, familiares y gestos cotidianos- sino también una observación minuciosa de la naturaleza. Algo que comentabas como introducción a tu performance en Acme era que el ser humano cada vez se encuentra más alejado de establecer una relación con su entorno, en este caso el paisaje y la vegetación. ¿Sientes que esta preocupación ha influido en tu práctica audiovisual?

J.d.C:
De alguna manera, es algo que afecta. Creo que cuanto más alejas a alguien de su origen -en este caso, la naturaleza- mayor es la desconexión y el desequilibrio que siente, ya que pierde parte de su arraigo. Siento que por eso me fascina el acto de volver e intentar encontrar las conexiones con la tierra y su paisaje.




S.T: Tanto en tus películas como en la proyección que hiciste en ACME parece haber una decisión de estar presente ya sea mediante la música que tocas en directo como con tu aparición en algunas de tus películas. La performance, entendida como una situación irrepetible a la que se expone uno sin saber a donde le va a llevar, es algo que está presente en tu trabajo. Podrías contarme un poco más de tu relación con las imágenes que filmas y con el público.

J.d.C:
La decisión de aparecer en lo que hago está influido por mi forma de entenderlo como un documento de vida a través de mis ojos. Es imposible ser imparcial. Aunque, a veces, es difícil encontrar a otras personas que salgan en la película, así que lo hago yo mismo.

Creo que el hecho de venir de la música también ha influido en mi forma de filmar y de formar parte de ello. Mi padre me influyó mucho en ese sentido, ya que utilizaba muchos medios diferentes -grabado, cine, fotografía y escritura- como medio de expresión. Verle capaz de hacer tantas cosas diferentes por sí mismo me inspiró a ser capaz de hacerlo yo también.

Delphine:
La primera vez que conocí a John, fui a uno de sus conciertos en Montreal y recuerdo que fue una de las mejores actuaciones en las que he estado. Recuerdo que estaba saltando, gritando por todas partes, bailando, invitando a la gente a bailar... Realmente era como ir al teatro pero en una pequeña sala en la que todo el mundo estaba cautivado por su energía.




S.T: En una de las películas que proyectaste podíamos ver a un hombre en medio de un paisaje nevado en el que había una cabaña que entendemos que él habitaba. Vemos también a una persona cortando unos troncos de madera o fabricando un lienzo sobre el que pintar... Esta película me hizo recordar al catálogo de una exposición que hubo aquí en España (Fundación Luis Seoane, A Coruña) titulada "Cabañas para pensar". En él se plantea un estudio de la relación existente entre la intimidad, el lugar y el proceso creativo de diversos filósofos, escritores, poetas y cineastas. Comparto un fragmento del mismo: "El solitario en su morada, en su actitud contemplativa, se enfrenta a la triunfante sociedad de producción característicamente burguesa". Creo que todo este pensamiento se ve reflejado no solo en la película que mencioné sino también en la sensibilidad con la que te acercas a las imágenes que filmas.

Maxime:
La cabaña que aparece en la película es un lugar al que solemos ir cada vez que podemos. Hay parte de razón en lo que dices, ya que cuando estamos allí la creación funciona de otra manera… De hecho, siento que las creaciones que más sólidas considero fueron creadas allí. 

De hecho, pasamos allí todo el verano pasado. Me acuerdo de escribir mucha música. Delphine llevó su arpa, que se sumó a las guitarras, acordeones y violines que ya teníamos allí. Creo que cuando estás en un lugar en el que la estimulación y la atención no pasan por las lógicas de hiperconsumo y la hiperconectividad, la forma de pasar el tiempo es otra. En este caso, puedes producir música. Crear música.

Delphine: Creo que, muchas veces, la soledad es el mejor lugar desde donde crear y adentrarse en uno mismo. Personalmente, la mayoría de las canciones las escribí cuando sabía que no había nadie alrededor o en mitad de la noche, como a las 3 de la mañana.

J.d.C:
Creo que la sociedad de producción y los avances tecnológicos capitalistas de los que disfrutamos han producido más pensamiento rápido, más ruido y también más tentaciones de retirarse de la sociedad de la que uno procede. En mi opinión, ser capaz de extraerse de la sociedad es en sí mismo un privilegio al que la mayoría de la gente no puede acceder. Recuerdo haberme preguntado cómo sería la vida de compositores como Beethoven o Bach... Casi todos ellos procedían de la aristocracia. Y es algo lógico, ya que si no venías de un nivel alto de la sociedad, no podías permitirte pasar tu tiempo componiendo música sino que tenías que trabajar en algo que tuviera una devolución económica. La mayoría de las  biografías de artistas de épocas anteriores eran de aristócratas con una buena posición social. Sin embargo, ahora que tenemos acceso a tanto material, instrumentos o máquinas con los que sumergirnos en la creación, me pregunto si lo acaba haciendo todo el mundo…




S.T: ¿Cómo surgió la idea de que vengas a Madrid para participar en el festival Esquejes y  cómo ha sido la experiencia de realizar la performance en el espacio de ACME?

J.d.C:
Después de que conociera a Alvaro en Toronto, seguimos manteniendo el contacto. Nos mandábamos algunos mensajes o nos llamábamos por teléfono. Y un día, hace unos dos meses, le escribí y le dije: “Quiero ir a España”. Y me dijo, llámame mañana, amigo. Así que le llamé al día siguiente y me comentó que le gustaría que fuera a Madrid a hacer una proyección de mi trabajo. Así que nos pusimos de acuerdo y les dije a Maxime y a Delphine que iba a ir y me dijeron: oh, quizá vayamos a Europa también al mismo tiempo y podamos vernos.

Todo el equipo de ACME ha sido muy cálido y agradable. Y creo que la proyección fue fantástica gracias a que todo el mundo colaboró para hacerla realidad. Y eso se necesita cuando haces algo complicado con música en directo y especialmente películas en analógico. Fue un trabajo de equipo, yo solo no podría haberlo hecho.