Alguien
quiere bailar
pero no se atreve. 04.04.25. Entrevista a Maria Pipla
pero no se atreve. 04.04.25. Entrevista a Maria Pipla
Sofía Tudela: Continuo sonoro, nombre que da título a la performance fílmica que vimos en ACME durante el Festival Esquejes, se presenta como una aproximación cinematográfica y afectiva al día a día de aquellxs que frecuentan Bandas Sonora. ¿Podrías contarme un poco más sobre este espacio?
Maria Pipla: Banda Sonora es un edificio que está a las afueras de Barcelona, en el polígono industrial de La Verneda, al lado del río Besòs. Tiene cuatro plantas y está dedicado a locales de ensayo para músicxs. Al mismo tiempo, es el sitio donde he estado ensayando con diferentes grupos de música durante muchos años.
Es un edificio por el que pasa mucha gente que hace diferentes usos del espacio llegando a crear toda una comunidad alrededor de él. Mayoritariamente, hay gente que toca o ensaya con bandas, aunque otrxs lo usan como espacio de trabajo, para dar clases… También se hacen fiestas. Es como un espacio lúdico. Hay gente que casi vive allí también. Me interesa porque en él conviven muchas formas de vida.
S.T: ¿Y cómo empezó a surgir la idea de darle una forma audiovisual al proyecto?
M.P: Creo que a partir de habitar el sitio durante mucho tiempo. Transitar ese lugar es muy evocador: no ves a la gente, pero la escuchas. Conforme más tiempo pasas allí, vas conociendo sus horarios: el que toca el piano viene por las mañanas, el de la batucada viene los lunes y los miércoles de siete a nueve… Cuando habitas el lugar, acabas construyéndote un mapa sonoro.
En realidad, el proyecto partió más de ese deseo por hacer algo que pudiera reflejar o incluir esa experiencia del espacio que a mí me había estado acompañado.
S.T: Durante la performance pudimos escuchar sonidos que procedían de tres altavoces dispuestos a la misma distancia entre ellos, pero con la suficiente distancia como para poder acercarte a cada uno y escucharlo con facilidad. El sonido procede de los estudios de grabación de Banda Sonora. ¿Cómo fue el proceso de trabajo con el sonido?
M.P: Continuo Sonoro se estructura a partir de los primeros materiales de un proyecto un poco más grande, Una cuestión de ritmo, del que surgirán diferentes formalizaciones. Continuo sonoro es una de ellas. El punto de partida fue trasladar mi experiencia sensible del lugar a lo audiovisual. Pensé en cómo el fuera de campo plantea modos interesantes de trabajar con las imágenes. Lo que vemos no se corresponde con aquello que escuchamos.
Con este proyecto trabajo principalmente con recorridos sonoros por el espacio de Banda Sonora en diferentes horas del día. Lo que escuchamos por los altavoces son los recorridos realizados por tres personas: Martí Albert, Jordi Font y yo. La idea era que lxs tres registráramos de forma sincrónica nuestro recorrido por el espacio. Quedamos varios días y jugábamos a explorarlo de diferentes maneras. Empezamos la grabación partiendo de un mismo punto para después separarnos. Deambulamos por el edificio hasta pasados unos minutos y luego nos volvíamos a encontrar. Hay una segunda parte en la que se escuchan las grabaciones que yo venía realizando en paralelo a estos recorridos conjuntos. Éstas registran el interior de algunos locales en los que escuchamos a lxs músicxs en sus procesos de trabajo y cómo, a veces, hablo con ellxs. Por lo tanto, primero escuchamos sonidos fuera de campo y, poco a poco, nos introducimos en los espacios de creación de los mismos.
S.T: La experiencia de escucha se ve determinada por la disposición de los altavoces en el espacio de ACME. ¿Cómo empezaste a desarrollar esta disposición para tu performance?
M.P: Empecé a pensar en la planta del edificio, que es triangular. Además, los pasillos están connectados entre sí, por lo que puedes recorrerlos de forma continuada.
Sabía que, para la performance en el espacio de ACME, era importante que la instalación no se presentara de forma frontal, sino que se pudiera recorrer. Esa decisión tiene que ver con cómo me he relacionado con el espacio de Banda Sonora, explorándolo a través del desplazamiento. Con el equipo del festi, Álvaro y las chicas de ACME, planteamos evocarlo a través de las pantallas y la disposición de los proyectores y altavoces. Ellxs se encargaron de crear toda la infraestructura de la performance. No creo que el público llegase a percibir la forma triangular de la planta del edificio, pero sí creo que esa configuración ayudó a activar la idea de tránsito y de caminar.
S.T: Al final, aunque no nos hubiéramos dado cuenta de que estaba ahí reflejada la planta del edificio, si permitió que hiciéramos ese recorrido que tú también hacías. El hecho de escuchar sonidos de altavoces distantes entre sí invitaba a ir del uno al otro sin quedarte fija.
M.P: Esto para mí era una incógnita. No sabía muy bien qué iba a suceder durante la performance. Como no tenía acceso a un espacio tan grande como ACME durante el proceso de montaje, me costaba imaginar si la pieza lograría despertar en el público la curiosidad suficiente como para romper el estatismo presente en las proyecciones de cine. Me preguntaba si el propio dispositivo de proyección y su distribución en el espacio podrían activar el deseo o la decisión de moverse.
De hecho, es gracioso porque una de las canciones que se escucha durante la performance, Bailar de Unfollowers, habla justamente de eso: de alguien que quiere bailar pero no se atreve delante de los demás. Creo que durante la performance pudo pasar algo parecido.
S.T: Conforme avanza la performance vemos cómo empieza a intercalarse, en tres pantallas dispuestas triangularmente, la proyección de unas diapositivas que retratan el espacio de Banda Sonora: sus pasillos, sus estudios, sus músicxs... ¿Cómo fue la elección de imagen fija para esta performance?
M.P: En este caso, al principio fue un poco circunstancial, ya que la cámara que quería usar falló y ya no tenía tiempo para un segundo intento. Luego pensé que no utilizarla fue una buena decisión. El espacio de Banda Sonora es difícil de grabar: tiene muy poca luz natural y los locales suelen ser muy pequeños. Además, no me sentía cómoda interrumpiendo las dinámicas de las bandas para filmar. En este sentido, la cámara de fotos era más sencilla y se adaptaba mejor al contexto. Eso me permitió explorar otro tipo de ritmos.
S.T: Creo que es bueno que sucedan cosas así, en las que se nos vuelve a demostrar que no podemos tener bajo control cada parte del proceso.
M.P: Antes de filmar, mi idea era hacer un plano secuencia del espacio, pero no fue posible. Luego, cuando vi las fotografías, pensé que me gustaría continuar trabajando con ellas, especialmente por las posibilidades de su proyección en relación al ritmo del cuerpo que las proyecta.
S.T: El ritmo con el que las diapositivas aparecen y desaparecen va variando conforme avanza la performance. Creo que has conseguido que, desde el cuerpo, es decir, desde la acción de pasar las diapositivas con el dedo, haya un ritmo que de alguna manera es performativo porque nunca lo vas a poder repetir igual.
M.P: Totalmente.
S.T: Poco a poco vemos que el ritmo fluctúa entre el acelere y desacelere con el que pasas las diapositivas. No hay un punto en el que llega a culminar, sino que es más bien circular. En cierto sentido, la forma en que muestras las imágenes al tiempo que avanza el sonido, parece una coreografía ¿Podrías hablarme un poco sobre el ritmo que buscabas darles a estas imágenes?
M.P: En realidad, fue durante las pruebas previas que hice en ACME cuando se concretó el montaje entre ambas partes, sonido e imagen. Allí, junto a Borja Rodríguez –quién usó otro de los dos proyectores de diapositivas que habría en la proyección– empezamos a probar y a jugar con la cadencia del pasar las diapositivas en relación con lo que íbamos escuchando. Poco a poco, fuimos materializando lo que podría ir pasando, en una especie de coreografía que fuimos integrando.
También Borja venía trabajando con diapositivas para su proyección en Esquejes, que fue increíble. El hecho de que los dos estuviéramos explorando un nuevo soporte, que no era ni 16mm ni Super 8 -formatos que dominábamos más-, resultó muy evocador.
S.T: ¿Cómo surgió la idea de ofrecer otra visión y otra escucha cinematográficas del espacio, más allá de la visión unidireccional a la que acostumbramos en la sala de cine?
M.P: En este caso me interesaba la idea de poder romper con lo frontal y darle más espacio a la presencia de los cuerpos. Esta idea me acompaña desde proyectos previos más vinculados a las artes escénicas. De hecho, cuando pienso en realizar una film-performance, intento hacerlo desde este lugar.
S.T: Durante el día de tu performance fílmica, las personas que estábamos allí pudimos chocarnos, mirarnos tímidamente e incluso, no reconocernos en la oscuridad. Esto creo que formó una parte importante de Continuo sonoro. No estamos acostumbradxs a relacionarnos habitualmente de esa manera con quienes no hemos construido una intimidad previa. Pero, de repente, surge el contexto que desautomatiza nuestro día a día y nuestra relación con el otrx.
M.P: Es curioso porque esto me hizo pensar en una de mis piezas de danza favoritas, Épica, del bailarín y coreógrafo Aimar Pérez Galí, que pude ver en directo hace años con una amiga. Era en el Mercat de les Flors, un centro público de Barcelona centrado en las artes escénicas. Nos sentamos en el patio de butacas y entonces salió una voz en off diciendo que el telón no se iba a levantar y que si queríamos ver qué pasaba teníamos que entrar dentro del escenario. Lo que pasó después es que estuvimos una hora bailando a oscuras detrás del telón, junto a mucha gente a la que no conocíamos. El objetivo no era que el público bailase, pero acababas bailando por una serie de elementos que se iban trabajando. Creo que es una experiencia cercana a la que quise explorar en la proyección de Continuo sonoro. Nadie te dice que tienes que bailar o caminar, pero, poco a poco va sucediendo.
S.T: Una acaba compartiendo con otrxs el espacio que habilitó la música y ese desplazarse en círculo alrededor de altavoces e imágenes proyectadas.
M.P: Cuando estamos a oscuras en el cine, en nuestra butaca, sentimos una cierta protección. Como mucho estás cerca del cuerpo que tienes en la butaca de al lado. Sin embargo, cuando hay oscuridad pero se da pie al movimiento, al no estar sentadxs, los cuerpos con los que te encuentras pueden ser infinitos.
S.T: Además, el baile es algo que aunque sea colectivo, también es íntimo.
M.P: Creo que, justamente por eso, si la gente se pone a bailar, a mí me emociona mucho. Hay muchas barreras antes de que una se atreva a dar ese paso y empezar a moverse.
S.T: Como habías comentado antes, Continuo sonoro parte de una investigación mayor que estás llevando a cabo bajo el nombre Una cuestión de ritmo. Me puedes contar un poco más sobre ella.
M.P: Continuo sonoro es una de las primeras formalizaciones del proyecto Una cuestión de ritmo. Está vinculado también a mi proyecto de doctorado, por lo que lo concibo como un trabajo más amplio, en el que la investigación ocupa un lugar central.
Ahora estoy en un momento de recogida de materiales. Estos parten tanto de lo cinematográfico como de un interés por lo relacional, por los vínculos que se van tejiendo con quienes habitan el edificio. En ese sentido, está siendo un proceso colectivo muy bonito, con la participación de proyectos muy distintos entre sí: desde el rollo más cantautora de Candela Escobar, al punk de Unfollowers o Galgo Diamante, pasando por las barras y bases de Blamekili y Calderon, el flamenco del Carlos, el Gitano de los Andes, o propuestas más experimentales de trompeta o piano jazz. Conocerles y ver de cerca cómo trabajan también está siendo muy inspirador.
S.T: Y ya por último me gustaría preguntarte cómo surgió la participación en el Festival Esquejes.
M.P: Desde la amistad, como muchas de las cosas bonitas que pasan en la vida! Me sentí muy agradecida cuando Álvaro, director del festival, me propuso participar presentando lo que quisiera. Para mi ha sido una oportunidad muy valiosa para imaginar un nuevo formato para el proyecto, que no existiría sin esta invitación. Además ha sido increíble trabajar con recursos y un equipo increíble, tanto por parte del festival con Álvaro, Oli, Débora, Vicky y Sarah, pero también con Martí, Borja, Celine, Bivi, Jordi, Laura, Catalina… tanto en la recepción de la idea como en todo el proceso de materialización. De alguna forma, ocasiones como esta permiten reforzar vínculos con aquellas personas que te acompañan durante todo el proceso. Es muy gratificante trabajar con la gente que quieres!